Los momentos transcurrían despacio, los segundos se transformaban en desesperantes horas, mi concentración estaba en la pantalla que no dejaba de mirar, de pronto, se abrió mi correo y me mostró todos los mensajes en la bandeja de entrada.


Una indiferencia que comenzó hace tiempo atrás y no quise darme cuenta, porque mis ilusiones, mis deseos, mis sueños iban más allá de lo permisible, de lo real, de lo imaginado, cuando creía en tus palabras, cuando me hacías elevar por las nubes y tocar el cielo con las manos.
Una indiferencia de corresponder al menos por cortesía mis halagos, mis locuras, mi entrega, con un hola, un que tal, pero era pedir demasiado, no sentías eso, no te nacía en galardonar mi corazón, mis sentidos, mi alma con un mensaje tuyo; simple porque no sentías la algarabía como sentía yo de tenerte.Quizás me digas que tu forma de amar es diferente, que tu forma de algarabía es inmensa, pero a tu manera, quizás el problema sea que no puedas exteriorizar ese amor o que ese sentimiento maravilloso lo tengas inhibido dentro de tu ser o quizás te ames tanto tu que no tengo cabida dentro tu ser.
Pero lo cierto es que tu indiferencia duele, hiere, agobia mi alma, mi ser, mi corazón; quizás tenga yo la culpa por ser tan iluso, tan soñador, tan apasionado; quizás y quizás hayan muchas preguntas, poca respuestas, pero lo único cierto es que sigo en este ordenador sin lograr comprender porque la INDIFERENCIA mata al ALMA, AL CORAZÓN, A MI INSPIRACIÓN.
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